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Miradas de mujeres en la salud 

La sexualidad, como la concebimos desde este espacio de observancia, invita a organizarnos socialmente para la vida plena y el cuidado de la Red de la Vida, conformando redes de afecto y de cuidado colectivo entre las personas. Ver mas.

Miradas de mujeres en la salud 

Paola Santiesteban, Lisbeth Arias y Sara Tuyuc Us, participantes en el Observatorio de la Dignidad

Hay ausencia del Estado de Guatemala si hablamos de los servicios de salud.

Cada 28 de mayo desde hace 34 años, se conmemora el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, pero muy pocas personas tienen información sobre esta fecha, la cual se estableció por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para recordar las causas que provocan enfermedades y muerte en las mujeres.

Desde miradas feministas, la salud incluye aspectos biológicos, psíquicos y sociales, depende del lugar que ocupamos las mujeres, del acceso a recursos materiales y simbólicos, además de las oportunidades de desarrollo y posibilidades de vivir sin violencias, así como de ser libres para ejercer nuestra sexualidad y capacidad reproductiva.

Para elaborar este material, nos dimos a la tarea de hacer entrevistas, revisar bibliografía, redactar el resultado de nuestra observación de manera crítica e integrar nuestros hallazgos. Una primera precisión que nos interesa señalar es que hablamos en plural, porque las mujeres somos muy distintas, vivimos diversas realidades y tenemos diferentes intereses, según nuestra situación económica e identidades.

Estudiantes en edad reproductiva

Al conversar con mujeres jóvenes, comentaron que en la cotidianidad entienden la salud como “la ausencia de enfermedades o afecciones”, en lugar de señalar que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, como la define la Organización Mundial de la Salud.

Otras indicaron que salud significa tener acceso a una buena alimentación y agua potable, ambos recursos materiales indispensables para llevar una vida digna. Pero en Guatemala, más de 3,7 millones de personas viven inseguridad alimentaria (Informe Global de Crisis Alimentarias 2121), eso significa que carecen de oportunidad para comer bien y por tanto, su salud se ve afectada

También precisaron que salud significa estar y convivir en espacios seguros sin discriminación ni menosprecio. Imposible dejar de resaltar que en el año pasado, en Guatemala, más de cuatro mil niñas -entre 10 y 14 años de edad- fueron violadas y obligadas a ser madres (Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva).

El Informe de Naciones Unidas “Mi cuerpo me pertenece” afirma que en la mayoría de países existe imposición en normativas y decisiones que van desde la pareja hasta los organismos del Estado, ello impide a las mujeres ejercer su derecho a la autodeterminación de acuerdo a sus convicciones y cosmovisiones; en otras palabras, se nos está negando el derecho a decidir.

En Guatemala, la educación sexual sigue siendo un tema relegado, y cuando se aborda en lugar de utilizar argumentos científicos y laicos, recurren a declaraciones religiosas. Hay centros de salud pública en la capital que proporcionan atención deficiente, ejemplo de ello, es recetar pastillas anticonceptivas para mujeres a quienes les diagnosticaron “ovarios poliquísticos”, sin anotarlo en el expediente respectivo, obligando a la paciente a que las compre.

Cuando estamos en edad reproductiva, las jóvenes entrevistadas dijeron: “debemos tener acceso a métodos anticonceptivos, a gozar de prácticas sexuales seguras, a tener información y recursos que nos permitan -cuando así lo decidimos- tener embarazos y partos sanos, así como el acompañamiento emocional y psicológico si lo necesitamos”.

Abuelas de San Juan Comalapa

Según testimonios de varias abuelas, en este municipio la salud se atiende muchas veces de manera inadecuada, aunque en los pueblos -por derecho y obligación- los servicios de salud tendrían que ser de calidad para quienes los necesiten; pero los centros públicos no tienen los medios necesarios ni el equipo adecuado, mientras los centros privados son muy caros; todos dan una atención sin tomar en cuenta la economía de las personas enfermas.

Al explicar qué es el sistema de salud en la cosmovisión de los pueblos, las abuelas señalaron que tiene como fundamento su propia ciencia, que también la llaman medicina alternativa o natural. Señalan que toman en cuenta la economía y los recursos que se tengan, que es segura y económica.

El trabajo de las abuelas, comadronas y terapeutas mayas es el más aceptado en su pueblo, quienes aplican su cosmovisión, pensamiento y capacidades. Ellas conocen la importancia del uso de las plantas medicinales, por tanto, utilizan diferentes de acuerdo a la curación que busquen. También reconocen que hay algunas plantas que son “menos usadas debido a que se ha dado el desconocimiento de su existencia”.

Afirman que algunas plantas medicinales llegan a curar enfermedades graves, que se consideran mortales, y otras las usan cuando las personas tienen enfermedades de fácil curación como resfriados, problemas digestivos, entre otras; “estas plantas llegan a contribuir a un mejor control”, precisan.

En Comalapa hay comadronas, terapeutas y hueseras que proporcionan una atención a la salud desde la cosmovisión de los pueblos (medicina tradicional), también hay mujeres y hombres que son médicos, psicólogos, ortopedistas, etc. que se basan en la medicina convencional (occidental); existen dos opciones.

Para quienes heredamos y defendemos una concepción de vida sana es necesario aprender y cambiar pensamientos, comprender que la salud no es un negocio sino el espacio de nuestro cuerpo, con nosotras mismas; de nuestras ideas, creencias, sentimientos y emociones.

Trabajadoras de San Juan Sacatepéquez

Resultado de nueve entrevistas con mujeres de la economía informal del municipio de San Juan Sacatepéquez, quienes se identifican como “autónomas” porque ellas son quienes garantizan sus ingresos económicos y por tanto, su comida, su salud, al igual que la de su familia.

Al hablar de salud, ninguna reconoce la salud como un derecho sino que la consideran una “bendición”. Ello se entiende, ya que en las áreas donde habitan carecen de servicios de salud como un derecho universal, es decir, de todas las personas sin importar su sexo, clase, edad, procedencia racial, religión, etc.

Ellas mismas tienen que afrontar la mayoría de las veces los gastos para “recuperar la salud”. Describen los caminos que siguen de acuerdo a los recursos económicos que tienen en los momentos de malestar: la medicina natural es su primera alternativa, después algún medicamento que encuentran en “una tiendita de barrio o alguna mini farmacia de la localidad”; si continúan las dolencias se ven obligadas a ir a un centro de salud donde la consulta médica es gratis y sólo tienen que comprar los medicamentos, a este gasto tienen que agregar los costos del transporte.

Todas coinciden en señalar que prefieren no acudir a los centros de salud públicos ya que la atención es mala, “debemos esperar casi toda la mañana para ser atendidas y a veces no nos tratan humanamente”. Otra opción son los centros de “obras sociales y/o eventos católicos”, donde -aunque tienen que pagar la consulta- les regalan los medicamentos y siempre hay. Solo quienes tienen mejores recursos van a clínicas privadas, “así es más rápido y una se mejora pronto”.

Algunas se ven obligadas a asistir a hospitales públicos como el Roosevelt y el San Juan de Dios, ya que en su comunidad no hay especialidades médicas. Para asistir a las citas, hacer exámenes químicos o seguir tratamientos, requieren recursos para el transporte y no siempre tienen, lo que les impide dar seguimiento al cuidado de su salud. Eso sin contar que ahora con la pandemia, muchos tratamientos especializados se suspendieron porque toda la atención era para personas con Covid.

Tras conocer estos testimonios, se entiende por qué para estas mujeres, la salud “es una bendición”; si están sanas pueden hacer todo, están felices, no se agobian, pero sobre todo pueden trabajar y comprar el sustento diario; «si no trabajo, no comemos», así que no enfermarse es algo que cae del cielo… cuál derecho…”

Según la Constitución de la República de Guatemala, en su Artículo 93: “El goce de la salud es derecho fundamental del ser humano, sin discriminación alguna”.