Recuerdo que desde pequeña sentía curiosidad sobre esa sensación que me provocaba tocar mi vulva, no lo contaba porque me daba miedo el regaño, pero ahora entiendo que quería conocerme más, reconocimiento del amor propio. Al crecer en un contexto lleno de violencia hacia las mujeres y presenciar múltiples abusos, esa curiosidad se fue durmiendo, creí estar destinada a esa misma historia, pero algo dentro de mí decía NO.

Mi primera relación en pareja no fue buena, pero me enseñó lo que no deseaba vivir, aprendí a cuidarme más, a encontrar maneras de expresarme y me despertó el interés por descubrir qué era lo que quería sentir mi cuerpo para sentirme bien.

La segunda fue ese empuje que necesitaba para tener el valor que fui adquiriendo en estos años, por primera vez me preguntaron ¿qué te gusta? Y me asusté al reconocer que desconocía qué era lo que me gustaba, tenía muchos complejos, muchos miedos, pero esa pregunta me motivó a buscar (me), encontré mujeres “más valientes” y espacios dónde me sentía libre, sin miedos ni prejuicios.

Recuerdo cuando leí laCuerda por primera vez, fue una sorpresa encontrar información que sin saber necesitaba, imágenes que me transmitían sentimientos, descubrí mujeres que admirar, escritoras, fotógrafas, maestras que expresaban algunas de las cosas que me preocupaban porque creía que no eran “normales”.

Eso me motivó a escribir lo que mi cuerpo quería expresar, disfrutaba describir mis orgasmos, cómo amaba mi cuerpo con estrías y con medidas fuera de la “norma”, ya no me sentía acomplejada. Ser curiosa e inquieta, te alienta a preguntar, indagar e investigar. Disfruté ver a otras mujeres con quienes he compartido espacios, siempre me dejan esa sensación de que hay más allá y que somos muchas y cada vez más fuertes.

Cuando me preguntan para qué participar en un curso de sexualidad, si ese tema se aprende en la vida misma, yo contesto que todavía no entendemos que la sexualidad no significa más allá de acostarse con alguien. Abarca todo a nuestro alrededor, influye en nuestra vida íntima, a lo largo de la vida nos han enseñado a no disfrutarnos y de esta manera actuar en función de la otra u otro.

Los aprendizajes obtenidos en este curso quiero compartirlos con más mujeres desde mi trabajo, desde el acompañamiento que brindo en temas de salud sexual y reproductiva. Así también quiero ir más allá y brindarle a mi hija las herramientas para que ella no dude en ningún momento que tiene el derecho de opinar y decidir sobre su cuerpo, desde que nació respeto su autonomía, trato de replicar lo que voy aprendiendo para hacer de ella una mujer libre en todos los aspectos de su vida.

Espero se siga abriendo caminos de intercambio que nos ayuden a comprender por qué la sexualidad es el eje articulador de la vida.